El juego ecuatoriano Despelote

Despelote marca un antes y después en la escena de videojuegos ecuatorianos con proyección mundial

Estoy completamente seguro de que todos ya saben que es Despelote, ¿no? Muchos de nosotros ya llevamos más de un mes jugándolo. Pero para los que no lo conocen todavía, y son pocos, llegó la hora de conocerlo. 

Este videojuego, creado por los quiteños Julián Cordero y Sebastián Valbuena, ha puesto a Quito en el mapa del gaming mundial. Ambientado en las calles de la capital entre 2000 y 2001, Despelote te invita a ver el mundo a través de los ojos de Julián, un niño de ocho años que vive la fiebre del fútbol. 

No se trata de un juego de disparos ni de fantasía épica. Más bien es una experiencia que captura la magia de la infancia y la emoción de un país soñando con su primer Mundial. Desde su lanzamiento el 1 de mayo de 2025, ha conquistado corazones en Steam, PlayStation, Xbox y, pronto, Nintendo Switch

Claro está, Despelote refleja nuestra identidad demostrando que las historias locales pueden brillar en el escenario global.

Pateando la pelota por las calles de Quito

La mecánica de Despelote es tan sencilla como poderosa. Todo gira alrededor de una pelota de fútbol que puedes driblar, pasar o patear por los barrios y parques de Quito. La sensación de golpear el balón en primera persona es tan real que parece que estás en La Carolina. 

Además, el juego te da libertad para explorar a tu ritmo, interactuando con objetos y personas. ¿Te imaginas patear la pelota y que un vecino te regañe o que un amigo se una al juego? Eso es Despelote. O sea, un mundo vivo donde cada acción genera reacciones auténticas.

El diseño del juego usa fotos y sonidos reales de Quito, capturando la esencia de la ciudad. Las conversaciones, grabadas con ecuatorianos de verdad, incluyendo a los padres de Cordero, tienen un toque especial. 

Sobre todo, estas charlas improvisadas, en español con subtítulos en inglés, hacen que el juego se sienta como un pedazo de nuestra cultura. Los críticos han alabado esta autenticidad, diciendo que es como caminar por Quito en 2001.

Una carta de amor a la infancia

Más bien que un simulador de fútbol, Despelote es una aventura que celebra la vida cotidiana. La narrativa sigue los días de Julián mientras Ecuador se acerca al Mundial de Corea-Japón 2002. Cada capítulo refleja un partido de las eliminatorias, pero el foco está en lo que hace un niño: jugar en el recreo, escaparse de clases o perderse en un partido con amigos. De hecho, el juego transforma lo simple en algo profundo, mostrando cómo el fútbol une a una comunidad.

La duración, de unas dos horas, es corta pero intensa. Es decir, cada minuto está lleno de detalles que te hacen sonreír o suspirar. Por ejemplo, escuchar a una pareja en el parque hablar sobre la dolarización o ver imágenes reales de los partidos de Ecuador te sumerge en esa época. 

Aún así, Despelote también incluye momentos metaficcionales donde Cordero comparte cómo creó el juego. Esta mezcla de realidad y sueño hace que la experiencia sea única.

El gol que puso a Ecuador en el mapa

El impacto de Despelote va más allá de su historia. En Metacritic, ha recibido reseñas “generalmente favorables”, con críticos elogiando su diseño, música y narrativa. Ganó el premio a la Excelencia en Audio en el Independent Games Festival y fue nominado en categorías como narrativa y creatividad. 

Debido a su enfoque en una historia local, el juego ha sido llamado un “ensayo jugable” sobre el fútbol y la sociedad. Los críticos dicen que prueba que los videojuegos pueden ser arte, contando historias que tocan el alma.

En redes, los jugadores han compartido su emoción, diciendo que Despelote les hizo sentir orgullo de ser ecuatorianos. Algunos incluso confesaron que lloraron al ver el empate contra Uruguay que clasificó a Ecuador al Mundial. 

Claro está, el juego ha conquistado a los locales y a audiencias globales que buscan experiencias auténticas. Para mí, ver un juego ecuatoriano en plataformas como Steam, al lado de títulos internacionales, es un sueño hecho realidad.

El futuro brilla como un estadio lleno

Despelote es una chispa que ilumina el camino para el gaming en Ecuador. Junto a juegos como Mahu o Nina Samay, que exploran nuestra herencia cultural, este título muestra que nuestras historias tienen un lugar en el mundo. Los desarrolladores locales enfrentan retos como la falta de financiamiento, pero Despelote prueba que el talento y la pasión pueden abrir puertas. Además, su éxito inspira a nuevos creadores a contar sus propias historias.

El juego también fortalece nuestra identidad. Al mostrar un Quito lleno de vida, con sus modismos y paisajes, Despelote invita al mundo a conocernos. Sobre todo, demuestra que no necesitamos imitar a los grandes estudios para brillar. Los próximos pasos para la industria ecuatoriana incluyen:

  • Crear más juegos que reflejen nuestra cultura.
  • Buscar alianzas con editoras internacionales como Panic.
  • Fomentar espacios para que jóvenes desarrolladores aprendan y crezcan.

Recuerdo cuando, de pequeño, pateaba una pelota en el parque con mis amigos, soñando con ser como el Tin Delgado. Esa nostalgia me golpeó al probar Despelote. La idea de revivir esos días es puro genio. 

En redes sociales, la gente comparte mi opinión, como si el juego nos devolviera un pedacito de la niñez. Por lo tanto, este juego conecta generaciones. Y ya no cabe ninguna duda de que Despelote es el comienzo de una era dorada para los videojuegos ecuatorianos.